El tema 6 de esta asignatura, Programaciones didácticas vigentes, me ha inspirado a la hora de escribir esta entrada, en la cual expreso mi opinión e invito a los lectores y las lectoras a reflexionar sobre hasta qué punto es posible cumplir realmente con las programaciones didácticas de secundaria en la actualidad.
Como nos han explicado en clase, la LOMCE regula el diseño de las programaciones de secundaria, dando lugar a diversas
críticas. Entre las modificaciones establecidas por esta ley, podríamos destacar la aparición de los estándares de aprendizaje, que podrían definirse como el compromiso escrito de los diferentes niveles de concreción de conocimiento y habilidades observables, medibles y evaluables que nos permiten comprobar si el alumnado ha alcanzado los objetivos planteados. Algunas asignaturas cuentan con unos
100 estándares por curso y estudiante. En mi opinión, el uso de los estándares vulnerabiliza la labor docente, ya que el profesorado debe restarle tiempo a la planificación de las sesiones para realizar más pruebas de evaluación con el fin de cumplir con la programación según la ley y/o evitar llamadas de atención por parte de las administraciones o las familias. Si a esto le sumamos el tiempo dedicado a la elaboración y corrección de dichas pruebas, nos encontramos a un personal docente más preocupado de justificarse ante las administraciones que por cuestiones de índole educativa, es decir, su verdadera función. A su vez, la evaluación de todos los estándares implica la impartición de todos los
contenidos del currículo, inasumible para la mayoría del profesorado, que carece de tiempo para profundizar en los aspectos que considera pertinentes, lo cual se traduce en la mera transmisión de contenidos conceptuales.
Como habéis podido observar en el dosier del tema 6, esta escena de una administración exigente y profesores estresados contrasta con los resultados obtenidos en la actividad de evaluación de las programaciones didácticas mediante la rúbrica de oposición. Resulta desconcertante como la administración puede exigir tanto y después nos encontramos programaciones sin medidas de atención a la diversidad, con comentarios discriminatorios sobre las familias o que mezclan conceptos y elementos curriculares, esto es, programaciones que suspenderían el examen de oposición o aprobarían con una calificación baja y que, sin embargo, todavía podemos descargar de las páginas web de los centros.
Llegamos así a la conclusión de que la funcionalidad de las programaciones didácticas que cumplen con lo establecido por ley es meramente burocrática, puesto que la imposibilidad e ineficiencia de su aplicación en el aula es otro síntoma de la incoherencia existente entre los objetivos de las administraciones y el día a día en los centros educativos y la cual impide llevar a cabo mejoras en el sistema educativo e incluso lo empeora.
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